viernes, 13 de marzo de 2009

Pequeños grandes abusos corporativos

Al empezar el año me dí de baja en mi viejo apartado de Correos; me tomé la molestia de hacer cola para entregar la llave personalmente, pero los operarios no quisieron darme un "recibí" para acusar la recepción y formalizar la gestión. Como era de prever, al cabo de un mes la entidad me cargó indebidamente el recibo anual en mi cuenta, recibo que tuve que rechazar y que me llevó de vuelta a la oficina para presentar la reclamación (básicamente un "ya os lo avertí"); como única disculpa sólo obtuve un cansino "Ha sido un error de procedimiento en las domiciliaciones, se lo abonaremos en breve".

Esta práctica del A VER SI CUELA en las domiciliaciones no es infrecuente en otras grandes compañías, incluidos, por supuesto, los propios bancos. Si estás pendiente de tus extractos bancarios seguramente encontrarás más tarde o más temprano un cargo de una pequeña cantidad (10, 15, 20 euros) de esas que te hacen dudar si realmente has realizado un pago o no. Si eres cuidadoso con tus pagos con tarjeta y confirmas el error en el cargo, la entidad se disculpará (normalmente no por escrito) y se limitará a reintegrarte lo indebidamente cargado; es casi imposible que te encuentres que lo hayan hecho motu proprio, por iniciativa propia.

Esto evidencia que estamos en un plano de desigualdad manifiesto, como ocurre con la relación entre Administración y administrado. Hay poco que hacer, salvo estar al quite ante los pequeños abusos (pequeños, pero que generan grandes beneficios cuando se practican a gran escala).

Se me olvidaba, cuando regresé a presentar la queja a la estafeta, en donde me atendieron con la misma desgana que la primera vez, pero con añadida hostilidad ante mi reprobación, no pude por menos que aprovechar la consabida cola para guardar en mi bolso, tomados del expositor del mostrador, dos cajas de CD, cuatro rotuladores, cinco sobres de burbujas y una caja de clips de colores. Cuando me disponía a abandonar la oficina una agitadísima empleada me espetó que no había pagado los mencionados artículos de papelería.

Mi rostro se iluminó al contestarle serenamente, masticando las palabras: "Oh, vaaaaaaya. Ha sido un error de procedimiento. No pasa nada. Se lo ingresaré en breve".

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