miércoles, 25 de febrero de 2009

Televisión Forense


Siguiendo con la línea iniciada en el post sobre Criminología y cine americano, sin intención de ser sistemático, apunto una serie de reflexiones sobre la incidencia de la Criminalística en la televisión del siglo XXI, y a la inversa, la influencia de las nuevas series de televisión en el mundo de las ciencias forenses.


CSI ha marcado un antes y un después de la historia de la televisión, hasta el punto de sustituir el tradicional “spin off” (series que surgen a raíz de un personaje: “Frasier”, “Aída”) por el concepto de franquicia televisiva (“CSI Miami”, “CSI Nueva York”).


La revolución criminalística ha llevado a crear series basadas en la labor de profesionales que ocupaban un papel secundario en el mundo de la ficción audiovisual, como los médicos forenses (“Crossing Jordan”), sobre oficios hasta ahora desconocidos por el gran público, como los antropólogos forenses (“Bones”), e incluso sobre profesiones que nos resultan inhabituales, por su especificidad, a los propios criminalistas: el amable asesino en serie Dexter Morgan es analista especializado en salpicaduras de sangre (“Dexter”). Los entomólogos forenses jamás pensaron tener a uno de los suyos en los hogares de todo el mundo (Grisom en “CSI”) y el luminol es ya más popular que la lejía.


La ciencia policial ha pasado de ser un mero elemento auxiliar de la trama para convertirse en el objeto central del argumento. Incluso ha generado virajes en el género tradicional policíaco, obligando a los guionistas a ampliar la participación de los expertos en Policía Científica, siendo “El Comisario” un ejemplo claro de la “grisomización” (perdón por el palabro) de los personajes.


Tradicionalmente, el cine y la televisión resolvían los asuntos criminalísticos en una línea de guión o, incluso, mediante el pluriempleo de los agentes encargados de la investigación que realizaban ellos mismos la labor científica. Pero el giro ha sido tal, que la ficción ha vuelto a imponerse a la realidad y encontramos a eminentes científicos que debajo de la bata esconden su Glock 22 calibre 40 que desenfundan con una habilidad digna de Pat Garrett.


No todo el mérito de este fenómeno se debe atribuir a CSI, dado que es indudable que la revolución que ha supuesto el ADN para la investigación policial ha influido en el desplazamiento de los rodajes de las comisarías a los laboratorios; pero es esta serie la que ha generado un interés especial por la Criminalística que podría considerarse equiparable a la incidencia de clásicos como Doctor Ganon, en los 70, que hizo incrementar el número de matriculados en las facultades de Medicina. ¿Habrá existido esa misma repercusión respecto a los estudios de Criminología o ciencias afines?. Es interesante abrir un debate sobre la posible incidencia causal de este fenómeno respecto al incremento en España de titulaciones, masters, y cursos superiores relacionados con las ciencias policiales y forenses.


Este emerger científico-policial de la televisión es positivo de cara a la definitiva aceptación popular como ciencias forenses de disciplinas como la Pericia Caligráfica (en CSI, el perito calígrafo-documentólogo es un personaje secundario, pero presente en algunas investigaciones), de la Psicografología o de la Psicolingüística forense (ambas disciplinas con presencia habitual en algunos capítulos de “Mentes Criminales”, entre otras).


Mención aparte merece la difusión de la Criminalística en forma de documental, programa de investigación o serie de no ficción. “Crímenes imperfectos” sería un ejemplo de un tipo de televisión de consumo rápido que ha dado una vuelta de tuerca a la tradicional crónica de sucesos, desarrollando los rudimentos de la policía científica a través de casos reales.


La televisión tiene un poder divulgador impresionante y cuenta con unos presupuestos inalcanzables para la mayoría de entidades dedicadas a la enseñanza de las ciencias criminalísticas. Un ejemplo de este poder divulgador lo encontramos en la cadena por cable estadounidense HBO que ofrece, en su propia página web, una demostración virtual de una autopsia.


Las series tienden a estar asesoradas por expertos y no se suelen apreciar errores teóricos importantes; sí falla, en cambio, el desarrollo práctico, por la irreal omnipotencia que se le atribuye a la ciencia y la capacidad sobrenatural de los protagonistas para resolver todos los casos de forma vertiginosa.


En resumen, estamos ante el nacimiento de un subgénero que podríamos denominar “televisión forense”, coincidente con una década especialmente importante por los avances en el terreno de la Identificación e Investigación criminales, con un importantísimo desarrollo de la Genética Forense y de la Biometría. Entretenimiento y ciencia son fenómenos que se retroalimentan, de naturaleza bidireccional y del que los criminalistas y criminólogos tenemos que extraer el máximo provecho, pero evitar que un monstruo con la fuerza de la televisión termine devorándonos y convirtiéndonos en meros intérpretes de una realidad inventada.

3 comentarios:

  1. A mí el personaje de Dexter me parece que está muy bien definido...es muy interesante; es un psicópata qe consigue caernos bien a los espectadores.
    Y éso es muy difícil de conseguir: un 10 a los guionistas!!!

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  2. Las series españolas son un desastre. Casi ninguna tiene nivel en temas policiales. Tienes razón Camecase con el Comisario, porque ha sido oportunista para apuntarse a caballo ganador, a temas de moda. Como todo el mundo habla de Policía Científica, pues nosotros lo mismo. De todas formas, dentro de lo malo, la serie está bien ambientada y parece una comisaría real. Los hombres de Paco, empezó siendo graciosa y ahora es un dramón. Como resumen está bien, pero te has saltado series estupendas sobre tema policial: Las calles de San Francisco, Canción triste de Hill Street, Policías de Nueva York o The Wire.

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  3. Estimado Manuel72, mi post se refiere a la relación entre la Criminalística y la televisión del siglo XXI, excluyendo aquellas producciones cuya temática es meramente policial; es por ello por lo que no he incluido las magníficas series a las que te refieres.
    No obstante, aprovecho tu mención para destacar la enorme calidad de "The Wire", una serie producida por el magnífico canal por cable americano HBO; es muy difícil encontrar en el cine y en la televisión norteamericanos un grado de verosimilitud tan alto como el que ofrece esta producción. La primera temporada nos muestra con un lenguaje visual novedoso y realista las vicisitudes que envuelven la investigación a una red de narcotráfico en un barrio marginal de Baltimore. Los guiones son impecables, carentes de maniqueísmo, en los que se reflejan, de forma brillante, las virtudes y miserias de cada uno de los personajes. La serie muestra las entrañas de un cuerpo policial en el que impera la ambición política sobre la efectividad operativa; todo funciona gracias al impulso individual, no siempre altruista, de algunos policías que se dedican a este oficio por pura vocación, casi con una irreversibilidad nihilista. Absolutamente recomendable.

    Respecto al comentario sobre Dexter hecho por Marge Gunderson, estoy de acuerdo con que la habilidad para que el público empatice con un asesino en serie psicópata es lo más original de la serie; me gusta la forma de narrar, por el protagonista, su ausencia de emociones, lo que lo convierte en alguien "entrañablemente atroz". No me convence el recurso autojustificativo de que sólo mate a "gente que se lo merece", porque implica una velada aceptación de la justicia individual al estilo Charles Bronson.

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