lunes, 22 de junio de 2009

El criminólogo y su repercusión mediática

Llevamos años luchando por el reconocimiento social e institucional de la profesión de criminólogo; universidades y asociaciones organizan congresos, seminarios y cursos de Criminología con cierta repercusión pública gracias al tirón mediático de algunos de los temas que se abordan; pero no nos engañemos, prestigio y popularidad no son fácilmente compatibles y menos aún en nuestra profesión; en los últimos años hemos conseguido entrar en las noticias de todos los medios españoles “gracias” a una sentencia judicial y unos titulares de prensa del estilo de “Canal 9, el padre de una de las niñas y un criminólogo pagarán 620.000 euros” (El País 12/06/2009).

Me irrita el tufillo despectivo hacia el oficio de criminólogo que se extrae de muchas de las crónicas relacionadas con este asunto. Me molesta que la imagen de mi profesión se vea afectada por unos hechos concretos, objeto de delito según la sentencia del Juzgado de lo Penal nº 2 de Valencia, que no responden al proceder técnico-metodológico que habitualmente desarrollamos los profesionales de la Criminología. No pretendo establecer un juicio paralelo, ni analizar los hechos juzgados, ni siquiera discutir la supuesta metodología criminológica que llevaron a esta persona a formular unas declaraciones que le han costado una condena, susceptible de recurso, por calumnias e injurias. Mi intención en este post es abrir una vía de reflexión sobre el gravísimo riesgo que corremos los criminólogos de convertirnos en un instrumento de esa gran máquina expendedora de morbo que es la televisión.

Ejercemos una profesión que convive habitualmente con la tragedia, con las emociones y con los sentimientos más atávicos y viscerales del ser humano; es nuestra obligación permanecer en una posición distante, aunque no carente de empatía, porque el drama puede nublar la racionalidad y convertirnos en un asidero al que algunas víctimas se agarran para intentar aliviar un dolor insoportable. Solidaridad con las víctimas, deseo de servicio público, ambición profesional, intereses económicos, el “minuto de gloria”... son múltiples las razones, positivas o negativas, que pueden llevar a un criminólogo a querer convertirse en un personaje mediático, y aunque a todos nos gusta que se produzca un reconocimiento público de nuestros conocimientos, en ocasiones los medios nos exigen un salto al terreno de la emotividad en el que se pierde la objetividad que debe regir nuestro proceder científico.

El vocablo “criminólogo” no es usual en el lenguaje periodístico español, pero cuando se emplea, suele aparecer vinculado a profesionales extranjeros; si se refiere a expertos españoles tiende a figurar como una mera especialización subsidiaria, casi una coletilla (“el psicólogo y criminólogo, el policía y criminólogo, el abogado y criminólogo...”); lamentablemente, en los últimos años, nuestra profesión sólo ha merecido una atención mediática preponderante en relación con las noticias asociadas al crimen de Alcàsser.

Con un contenido de fondo diferente pero con similitudes formales, destaco una noticia que ha saltado a la prensa en los últimos días, respecto a la creación de una Comisión de Estudio sobre el caso de los niños desaparecidos en Canarias: “El criminólogo del "caso Canino" será asesor de la comisión de desapariciones” (El Día, 16 de junio de 2009). El “criminólogo” interesa mediáticamente desde una perspectiva más morbosa que científica; este titular denota cierto grado de sensacionalismo, pero me agrada el adecuado tratamiento de fondo con el que la prensa insular aborda el nombramiento de nuestro compañero Félix Ríos como asesor criminólogo de la Comisión, alejándolo de la polémica política y encuadrándolo en la categoría de experto independiente. El reconocimiento mediático e institucional de los criminólogos y peritos judiciales del archipiélago resulta envidiable, en gran parte gracias a la encomiable labor de entidades como la Asociación de Peritos Judiciales de Canarias, de la que es miembro Félix Ríos y que preside con criterio y seriedad Óscar Díaz.

Pertenecemos a ese sector de profesionales a quienes, como a la mujer del César, no nos basta con ser buenos, sino que debemos también parecerlo. Los criminólogos hemos de ser los primeros en reivindicar la cientificidad de nuestra profesión, y evitar giros morbosos o sensacionalistas en nuestras intervenciones. Pero también debemos estar protegidos por las diferentes asociaciones e institutos criminológicos para que velen por un adecuado uso promocional y curricular del término “criminólogo”, evitando indeseables intrusismos.

Aunque a algunos detractores les cueste aceptarlo, la Criminología es una auténtica ciencia interdisciplinar, y como científicos debemos actuar y ser tratados cuando desarrollamos nuestra labor profesional, tanto en los tribunales, como en los medios de comunicación.

sábado, 6 de junio de 2009

Mapa de la amenaza terrorista en todo el mundo

La consultoría AON acaba de publicar su nueva edición del mapa mundial de la amenaza terrorista. Se trata de una herramienta seria, de obligada presencia en el escritorio del analista.

Podéis descargarosla en http://www.aon.com/risk-services/terrorism-risk-map/images/2009_T_Risk_Map_Small.pdf