viernes, 30 de abril de 2010

Cárcel para puteros británicos


Tras su reciente entrada en vigor, la nueva legislación británica ya ha permitido a la Policía Metropolitana de Londres arrestar a los primeros clientes de burdeles. La nueva norma persigue a los hombres que pagan por tener sexo con una prostituta que esté siendo explotada a la fuerza, por engaño o amenazas.


Se trata de un delito de estricta responsabilidad (según han declarado los expertos), lo que significaría que es irrelevante que los clientes estén o no al corriente de que las prostitutas estén siendo explotadas por un tercero. El argumento declarado por la policía londinense es que los hombres que visitan los burdeles y pagan por sexo están explotando a mujeres vulnerables y contribuyen a sostener un comercio de abuso.


Una nueva pena asociada a este delito de solicitar servicios sexuales será la de contribuir presencialmente en iniciativas que ayuden a las víctimas a dejar la prostitución.


¿Sería una reforma legal de este tipo congruente con nuestro sistema penal?

viernes, 16 de abril de 2010

La confianza en la Policía



En un estudio realizado por Jang y Joo, de las Universidades de Missouri y Houston, se ha descubierto que la confianza que la gente de un país tiene en su Policía depende del nivel de democracia del régimen político y de la tasa de homicidios. Entre las variables individuales se cuenta la edad y el nivel educativo; la confianza en la Policía es menor en individuos con alto nivel de aceptación hacia las subulturas desviadas. Por el contrario, los que están más satisfechos con el desarrollo democrático de su país muestran actitudes más favorables hacia la Institución.



En estos días hemos visto en España como la ardiente politización de una ejecución judicial ha puesto a la Policía en el ojo de las críticas más torticeras. La actuación de los antidisturbios (UIP) en El Cabanyal ha sido, como es habitual, presentada sesgadamente en algunos medios y vituperada descerebradamente como pasa en cada ocasión en la que es preciso que esta unidad emplee la fuerza para la que ha sido dotada legalmente.

Como es habitual, los encuadres y las secuencias se han centrado en las acciones de los uniformados; rara vez “vende” en cámara la tensión, los insultos y, sobre todo, las agresiones que reciben los servidores públicos durante su función. Aunque resulte increíble, todavía hay mucha gente que se cree a pies juntillas la selección visual que le ponen los cámaras como único reflejo de la realidad. La Delegación de Gobierno ha recordado que esos policías estaban allí para cumplir una orden judicial, no para servir de muñecos de tiro al plato; y ha remarcado que el informe de la actividad no indica ningún exceso en el empleo de la fuerza.



La confianza en la Policía española no puede verse empañada por imágenes manipuladas, sacadas de contexto con titulares maniqueos. La confianza pública, afortunadamente, se basa, como nos apunta el estudio científico de los americanos, en los resultados diarios de la Institución y en el nivel de democracia que nos muestran a diario, cumpliendo como cumple su deber constitucional.