martes, 22 de marzo de 2011

Lo injusto de creer en un mundo justo

Es sabido que la gente es más proclive a ayudar a víctimas a las que identifica que a víctimas anónimas o de las que conoce solamente por las estadísticas; a esto se le denomina Efecto de la Víctima Identificable. Las investigaciones realizadas hasta ahora apuntaban a que este efecto es más potente cuanto mayor es la activación emocional (empatía) hacia una víctima identificada aislada. Pues bien, ahora la investigadora Tehila Kogut, de la Universidad de Ben-Gurion, ha descubierto que la identificación de una víctima en concreto puede conllevar también el refuerzo de percepciones negativas como la culpa en situaciones donde cabe percibir a la propia víctima como responsable de su aflicción, con la consecuencia final de que se desplegará menor esfuerzo en ayudarla. Esto ocurre especialmente cuando el que tiene que ayudar sostiene la creencia en un mundo justo. Pero ¿en qué consiste esta creencia?.

La hipótesis del mundo justo (M.J.Lerner) explica una modalidad de autoengaño muy extendida, que consiste básicamente en defendernos de lo que no nos gusta evitando verlo, pensando que, de alguna (irracional) manera controlamos la realidad, incluso el azar, adjudicándole causas y efectos (igualmente irracionales). Este autoengaño protege la autoestima, manteniendo preceptos como que “las malas acciones acaban teniendo su castigo”, y degenera en creer que las cosas malas le ocurren a personas malas, y que cada uno tiene lo que se merece. Se trata de un concepto ampliamente manejado en Victimología, que ahora se ve refrendado por este nuevo descubrimiento.