miércoles, 27 de mayo de 2009

Coge al terrorista por los pelos...


Una nueva técnica de análisis de revolucionarias aplicaciones forenses ha sido presentada el mes pasado por un grupo de investigadores españoles. Esta técnica permite, con la aplicación del láser (laser ablation) sobre una muestra de pelo, descubrir en qué lugares ha estado, al analizar con un espectrómetro de masas el aerosol desprendido . En este aerosol se observan los isótopos de azufre de los lugares por los que ha pasado la persona, y que varían según los puntos geográficos.

A un nivel muy sofisticado, nos recuerda al rastreo que se viene haciendo desde hace décadas al polen recogido en la ropa del criminal.

Nuestra enhorabuena a los investigadores autores del trabajo : Rebeca Santamaria-Fernandez , Justo Giner Martínez-Sierra, J. M. Marchante-Gayón, J. Ignacio García-Alonso y Ruth Hearn.

Para acceder al abstract (en inglés, cómo no) del artículo de la revista científica en la que se ha hecho pública la técnica :
http://www.springerlink.com/content/6534v24877t614l0/?p=bcd4d91b81854a21821a1c0abe517dc6&pi=0

martes, 19 de mayo de 2009

Genes contra la trata de niños

Me enorgullece anunciar que una nueva iniciativa científica española pretende combatir el tráfico de menores. La Universidad de Granada, concretamente el Laboratorio de Identificación Genética, está promoviendo la creación de una base de datos mundial (DNA-PROKIDS) en la que registrar el perfil genético de personas que han podido ser víctimas de tráfico y de sus desesperados familiares.

La base, con más de 400 registros, ya ha generado numerosos reencuentros de hijos y padres, y cuenta con la adscripción de muchos países (principalmente de Iberoamérica y Asia).
Aunque no está concebida como una herramienta estrictamente policial, su utilización permitirá rastrear y localizar menores desaparecidos que, en muchos casos, son abandonados tras ser víctimas de redes de explotación.

domingo, 10 de mayo de 2009

Perito Calígrafo: Realidad actual de la formación especializada

La Pericia Caligráfica, también conocida por otras múltiples acepciones como Grafística, Documentoscopia, Grafoscopia... tal y como se especifica en un divulgativo y clarificador artículo publicado en este mismo blog, es una prueba esencial para el desarrollo procesal, porque en innumerables ocasiones la firma, así como cualquier otro manuscrito, es el único elemento probatorio en el que se puede basar un juez para sentenciar en un sentido o en otro (falsedades documentales, amenazas manuscritas, testamentos ológrafos...). Hay que entender que es una ciencia integrada en el amplio concepto de la Criminalística, y es en ese ámbito en el que debería desarrollarse su formación.

Durante todo el siglo pasado, muchos juzgados españoles se han conformado con la intervención de un tipo de profesionales de la Pericia Caligráfica que, bienintencionadamente, desarrollaban su profesión desde una perspectiva más intuitiva que científica, maestros de escuela cuya formación casi autodidacta, con nociones de caligrafía y experiencia en "descifrado de exámenes" les permitía disponer de cierto “ojo grafocrítico” y alguna habilidad carente de cientificidad. Los jueces confiaban en ese tipo de peritaciones en la creencia de que en caso de error o extrema dificultad el asunto llegaría a manos de los Servicios de Documentoscopia o de Grafística de la Policía Científica o de la Guardia Civil. No obstante, existían tratados españoles que defendían una metodología científica especializada que difería considerablemente de la realidad procesal existente; en los cincuenta destaco la figura de Félix del Val Latierro, cuyo manual sobre Grafocrítica sigue siendo una obra cumbre de la materia. Otro paso importante para el desarrollo de esta disciplina fue la inclusión de esta especialidad en el temario de los Institutos Universitarios de Criminología, lo que permitía una aproximación científica, dentro del entorno universitario, de unos estudios que parecían exclusivos para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

También destaco la labor de los muchas veces vilipendiados grafólogos (en ocasiones, con razón) pero que han sabido crear una formación específica complementaria a la vía criminológica, que ha generado un desarrollo de la técnica pericial caligráfica a partir de principios grafotécnicos creados inicialmente para análisis psicografológicos o grafopatológicos. Quiero destacar la figura del tristemente desaparecido Andrés Meyniel, psicólogo, grafólogo y perito calígrafo, a quien tuve el honor de tener como maestro, profesor de Pericia Caligráfica en el Instituto de Criminología de Madrid de la Universidad Complutense, continuador de las enseñanzas de Val Latierro, autor del mejor libro sobre la materia que se ha escrito en España “Tratado de Grafocrítica” y creador de una metodología que ha servido de referente para muchos de los peritos calígrafos que trabajamos en este país y cuyo espíritu cientificista he intentado trasladar a todos mis alumnos.

La Ley de Enjuiciamiento Civil del año 2000 y los estudios especializados que se han desarrollado en España a partir de la labor de los Institutos de Criminología y de las Asociaciones de Peritos Calígrafos, Grafólogos y Criminalistas, han permitido una considerable mejora de la calidad de los Informes Grafotécnicos privados y un aumento de las garantías procesales en función de la considerable reducción de la tasa de error. Desgraciadamente, en España, siempre hemos echado de menos la existencia de una formación universitaria específica en materia Grafotécnica, en forma de diplomatura o incluso de licenciatura universitaria, pero pese a ello, en los últimos años el propio mercado ha conseguido regular esta disciplina generando cursos de especialización (algunos muy superficiales, pero otros de alta calidad técnica) avalados por Asociaciones Profesionales que permiten, no sólo un alto nivel de formación impartida por personas que se baten el cobre en los juzgados y tribunales de España, sino un seguimiento personalizado de los alumnos para que su paso por el mundo procesal no sea tan traumático como en el caso de muchos licenciados universitarios en otras ciencias, que salen de la facultad sin el nivel de formación práctica mínimamente exigible.

Me preocupa mucho la forma de incursión, en los últimos dos o tres años, de determinadas universidades en el mundo de la formación Grafotécnica pues, gracias al terremoto de Bolonia, se están generando auténticos chiringuitos en forma de cursos de postgrado, organizados por cátedras universitarias de materias que no tienen relación alguna con la Criminología, con la Criminalística, o con la Grafología... que no garantizan un mínimo de formación técnica para el desarrollo práctico de la profesión y cuyo profesorado no está avalado por ninguna Asociación Profesional. Debemos exigir que estos cursos sean impartidos por auténticos profesionales de la Pericia Caligráfica, que ofrezcan algo más que un número de créditos, porque corremos el grave riesgo de que la propia universidad genere un retroceso en el nivel técnico de los profesionales de esta materia, creando una auténtica regresión formativa que nos lleve a cuatro décadas atrás.

Las garantías procesales exigen, no sólo un titulito con el logo universitario, sino una adecuada pedagogía específica para la materia, con seguimiento individualizado de cada alumno, con formación metodológica práctica, y con profesorado especializado tanto del mundo privado como de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.